He sido escort desde mis 19 añitos en esta y he de decir sin remordimientos que gracias a ello hoy puedo vivir donde vivo y tener lo que tengo.
Todo comenzó inocentemente a través de una amiga que sin más me comentó lo que hacía para sacarse un dinero extra. Yo chica de provincias quede alucinada con lo que mi amiga estaba consiguiendo y no tuvo que alentarme mucho para animarme a llamar a la agencia de escorts y fijar una entrevista. Recuerdo lo nerviosa que estaba pensando en quien me entrevistaría o en que se iban a fijar. Por aquel entonces con mi uno setenta y cinco y mis 90 60 90 tenía una autoestima muy alta y estaba muy orgullosa de un cuerpo diez que me gastaba.
Se abrió una puerta y me recibió una chica sobre los 30 muy refinada y elegante, me describió delicadamente los requisitos y el tipo de escorts que ya colaboraban con ellos; no era necesario estar a full-time en la agencia de escorts pero si comprometerse a que si decidíamos aceptar una cita, ser lo más cordial y agradable posible y lo mejor me pareció lo que iba a recibir por mis servicios que además era yo la que decidía si los aceptaba o no, tenía total libertad para estar con los clientes o rechazarlos.
El primer paso era hacerme unas fotos buenas y elegantes, en las que decidí que me taparían la cara para mantener mi privacidad. Su fotógrafo era delicado y muy profesional y supo perfectamente cómo sacar partido, vestida de ejecutiva, con un vestido de coctel y en lencería, negra recuerdo.
Cuando me vi el perfil por primera vez en la página web de las escorts me sentí entre alagada y abrumada, todo había sido muy rápido y no tenía pensado dar marcha atrás; ahora solo tenía que esperar las primeras llamadas de clientes interesándose en mi perfil.
Alta, morena de curvas divinas y con unas fotos espectaculares no se hizo esperar la primera llamada. Un ejecutivo venido de Barcelona, necesitaba una señorita para acompañarle a una cena de empresa. La verdad pensé que me moría era demasiado pronto para mí, pero me tuve que lanzar mi amiga me alentó y total si el señor en cuestión no me generaba confianza o por cualquier cuestión me sentía incómoda siempre podría decir que no.
Quedamos en el hall de su hotel, ocho y media de la tarde me quede alucinada nunca había entrado en un hotel de esa categoría y era precioso, clásico a la par que elegante. Estaba muy nerviosa no sabía que iba a pasar si me gustaría o no y si lo iba a hacer bien. El hall estaba lleno de gente que iba y venía; yo sostenía la mirada a duras penas y buscaba entre el tumulto algún hombre con buena percha.
De repente oí mi nombre a mi espalda, una voz serena ,fuerte, con tono cálido ; rápidamente me di la vuelta y allí estaba él ,mas alto que yo ,canoso sobre los 45 años ,elegante en su traje de chaqueta y con un aroma que aún hoy logro recordar.
Para mi sorpresa era un hombre atractivo, y a primera vista limpio y educado, la noche no pintaba mal.
Tomamos un coche para llevarnos a un restaurante en el que estaban unos caballeros con los que tenía que comentar no se qué cosas de un tal bussines. No me dio muchas explicaciones y tampoco me pregunto demasiado, solo me dio unas pequeñas instrucciones que tratase a todo el mundo de usted que les contestase que nos habíamos conocido en una famosa galería de arte viendo no recuerdo que exposición y que no hablase a no ser que me preguntasen directamente. Vamos que iba de jarroncito al lado de él. Pero no me importó, lo veía normal y total no me estaba pagando por dar conversación.
La cena transcurrió de lo más tranquila, no quise comer demasiado pero he de confesar que el vino, que estaba estupendo se me subió a la cabeza. Eran parejas bastante anodinas y sus conversaciones saltaban de cotilleos de alto postín a hablar sobre no se que de la bolsa e inversiones. Me sentí aliviada al pasar sin llamar mucho la atención, no me preguntaron ni siquiera de que nos conocíamos y eso me hizo sentir relajada. Lo que si noté en varias ocasiones fueron miradas furtivas de los caballeros hacia mí, quiero aclarar que como ya he dicho por aquellos años mi cuerpo y mi figura llamaban mucho la atención aparte de mi cara.
Comí realmente bien y la bebida no paraba de correr por la mesa, me lo estaba pasando bien y conseguía reírme con muchas de sus ironías y bromas; note que les había caído bien y que eran personas de lo más normales aunque con sus peculiaridades.
De vuelta al hotel en el coche, me preguntó que tal me lo había pasado y si me apetecía tomar una copa en su habitación.
Subimos a la habitación en el ascensor, allí pude oler todavía su perfume mmmm tan intenso y atractivo, olía a hombre y no a niño como estaba acostumbrada.
Una vez en la habitación me preparo mi copa un cuba libre bien cargadito, él sin embargo solo tomo un vaso de agua lo que me resulto un poco extraño. Sin casi darme cuenta me había bebido toda la copa y entre eso y el vino de la cena me sentía de lo más alegre. Sin avisar ni mediar palabra comenzó a besarme el cuello lentamente, haciéndome sentir muy excitada. Sus manos empezaron a deslizarse por mi cuerpo, mis pechos reaccionaron, me sentía muy bien.
Sin darme cuenta me desabrochó mi traje negro y en medio de la habitación me quede en ropa interior, él continuo besándome mis muslos y quitándome lo poco que llevaba, mi tanga y mi sujetador se deslizaron por mi cuerpo rápidamente.
Empecé a notarle tan cerca que su pene me rozaba mi trasero de una forma delicada, sin esperar mucho mas su boca rozó mis labios y comenzamos a besarnos, sin más le empecé a sentirle dentro de mí. Estaba tan húmeda que en realidad lo deseaba, sus movimientos eran rítmicos y contundentes .Allí estábamos los dos de pie follando como locos, gimiendo, gritando y dejándonos llevar por nuestros instintos. Era un hombre con un cuerpo deportivo, cuidado…
Disfruté muchísimo me hizo sentir muy bien en todo momento y lo mejor de todo es que encima me pagaba, no podía creerme lo que había sucedido ,la vida siempre te da sorpresas…
No volví a verle, pero contenta y de forma cordial despidiéndome me marché del hotel. Bueno eso fue la primera vez de muchas otras que vendrían…